Lectores

domingo, 11 de enero de 2015

Un hombre, una mujer y su dildo.

Hayyy que día tan aburrido, mi esposo salió de viaje de negocios por una semana, hoy es el segundo día y ya no soporto estar en casa sola. Es un viernes muy caluroso, como todos los de este verano, pero en cuanto sea las 6 de la tarde, saldré al lugar más cercano para tomarme una cerveza bien fría.
Las 7pm y apenas algo de mi casa…el decidirme por la falda floreada o la roja hizo que me demorara tanto, pero la verdad no quería parecer una zorra en busca de hombres, eso hizo que al final me decidiera por la falda floreada y una blusa discreta pero linda, la falda roja mostraba mucho de mis regordetes muslos, y no quiero que me estén molestando por la calle. 

Espero estar en casa a la hora en que me llame mi celoso marido, Leonardo se pone loco si no le contesto enseguida. Yo debería de estar celosa, sin saber exactamente donde está.
 Vivimos por Prados Verdes, cerda de Rio de Janeiro pero ahí no hay a donde salir a tomar un trago, así que tomo un taxi y me voy unos kilómetros al sur, donde hay lugares para escoger donde bailar un rato y refrescarme el cuerpo con un trago, ya no aguanto el maldito calor.


 Al fin encuentro un Bar de mi agrado, con música viva y buena comida. Me gusta el ambiente, hay gente de mi edad…puros treintañeros pasando un buen rato. Me gusta ver parejitas bailando y platicando tan pegaditos, me recuerda mis años de pasión con Leo.

Las 9 de la noche y después de 5 cervezas y 3 bailes he decidido irme a seguir mi fiesta a casa.
—Adiós preciosa —Escucho a mis espaldas cuando salgo del lugar, obvio que no hago caso pues no vine en busca de aventura, no es mi estilo.
—A donde tan solita Caro, ¿Te acompaño? —Me asusto un poco al escuchar mi nombre, pero disimulo y sigo mi camino, estoy por correr cuando siento que me toma del hombro y me insiste.
— ¿Te acompaño Carolina? No es seguro que andes por la calle sola, esta zona es peligrosa para una mujer tan linda como tú— Lo miro fijamente a los ojos y al fin lo reconozco.
— ¡Luis! No te reconocí — Le digo a quien fuera mi compañero en la secundaria.
—Voy para mi casa, tomaré el taxi que viene.
—Te acompaño, yo también vivo por Prados.

— ¡Oye, que bien no lo sabía, no te he visto por ahí, vámonos pues —. En el taxi se me sube un poco la falda, un poco arriba de la mitad de los muslos, Luis se da cuenta al rosar levemente su mano con ellos al acomodarse en el asiento. El alcohol, la brisa de la noche  y el perfume de mi amigo hacen que se me humedezca la vagina…  

—Estas igual de guapa que cuando íbamos en la secu Caro, no has cambiado mucho — Su comentario hace que me tiemblen las piernas de excitación.
—Pues tú si has cambiado un poco, eres más alto y más guapo jijijijiji
—Si, mido 1.75 creo que el ejercicio en el GYM me ha ayudado bastante, pero tú te quedaste con la misma estatura de la secundaria jejejjeje

—Si, me quede en 1.55 pero me veo bien, no? Le digo acomodándome el cabello y cruzando las piernas, mostrando un poco más mis bronceadas piernas.
 Después de un rato, el taxista nos saca de nuestra plática
—Llegamos tortolos, son 150 reales—
—Yo pago Caro, aquí tiene gracias señor.
— Bueno yo aquí me quedo, vivo a dos casas de aquí, gracias por acompañarme Luis.
— ¿No me invitas un refresco Carolina? Para platicar de los viejos tiempos.
—Bueno, solo un rato soy casada sabes y no quiero que los vecinos hagan chismes.

Lo invito a pasar a la sala, todavía me siento un poco mareada por las cervezas, pero tengo ganas de tomarme otra.
— ¿Quieres una cerveza o prefieres un refresco? —Le invito a mi amigo mientras voy al refrigerador en la cocina.
—Una gelada está bien. — Al momento que cierro el refri tiro las cervezas, pues un poderoso brazo me toma con fuerza de la cintura, mientras que con la otra mano me tapa la boca. Es Luis quien así  me tapa la nariz y la boca, asiéndome perder el conocimiento por falta de aire. Me despierta lo que creo que es su mano acariciándome la mejilla, abro los ojos y lo que en verdad tengo frente a mi es un venoso pene deslizándose sobre mi cara…

— ¿Estás loco?, ¡que me estás haciendo maldito! —Le grito al que creía mi amigo. Me encuentro en mi recamara, con las manos y pies atados a las esquinas de la cama, totalmente desnuda, resaltando mis tetas y mi entrepierna, pues no tienen el mismo tono de piel que mi demás cuerpo bronceado.
No me contesta, se queda mudo solo contemplándome ahí desnuda, con el pantalón desabotonado y su pene al aire…

—Por favor Luis…suéltame, que me vas a hacer…

— ¿Qué voy a hacer? Lo que siempre quise hace mucho tiempo, meterte la verga por todos tus hoyitos... — No sé si es el efecto de lo que bebí en el bar o el calorcito y aroma de su pene, pero sus palabras hicieron vibrar mi clítoris de excitación y temor al mismo tiempo…

Tomándose el pene por el tronco, lo restriega suavemente sobre mi rostro…deja de hacerlo y con sus dedos recorre mi tetas…llega a mi ombligo y los desliza por mis muslos y a todo lo largo de mis piernas, hasta los tobillos…

—Que rica panocha tienes Caro—Me dice al mismo tiempo que la recorre con un dedo, me sonrojo porque se ha dado cuenta que estoy mojada…que mis jugos escurren y se estancan en mi ano…

CONTINUARÁ… 

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