Hayyy que día tan aburrido, mi
esposo salió de viaje de negocios por una semana, hoy es el segundo día y ya no
soporto estar en casa sola. Es un viernes muy caluroso, como todos los de este
verano, pero en cuanto sea las 6 de la tarde, saldré al lugar más cercano para
tomarme una cerveza bien fría.
Las 7pm y apenas algo de mi casa…el
decidirme por la falda floreada o la roja hizo que me demorara tanto, pero la
verdad no quería parecer una zorra en busca de hombres, eso hizo que al final
me decidiera por la falda floreada y una blusa discreta pero linda, la falda
roja mostraba mucho de mis regordetes muslos, y no quiero que me estén molestando
por la calle.
Espero estar en casa a la
hora en que me llame mi celoso marido, Leonardo se pone loco si no le contesto enseguida.
Yo debería de estar celosa, sin saber exactamente donde está.
Vivimos por Prados Verdes, cerda de Rio de
Janeiro pero ahí no hay a donde salir a tomar un trago, así que tomo un taxi y
me voy unos kilómetros al sur, donde hay lugares para escoger donde bailar un
rato y refrescarme el cuerpo con un trago, ya no aguanto el maldito calor.
Al fin encuentro un Bar de mi agrado, con música
viva y buena comida. Me gusta el ambiente, hay gente de mi edad…puros treintañeros
pasando un buen rato. Me gusta ver parejitas bailando y platicando tan
pegaditos, me recuerda mis años de pasión con Leo.
Las 9 de la noche y después de 5
cervezas y 3 bailes he decidido irme a seguir mi fiesta a casa.
—Adiós preciosa —Escucho a mis
espaldas cuando salgo del lugar, obvio que no hago caso pues no vine en busca de
aventura, no es mi estilo.
—A donde tan solita Caro, ¿Te
acompaño? —Me asusto un poco al escuchar mi nombre, pero disimulo y sigo mi
camino, estoy por correr cuando siento que me toma del hombro y me insiste.
— ¿Te acompaño Carolina? No es
seguro que andes por la calle sola, esta zona es peligrosa para una mujer tan
linda como tú— Lo miro fijamente a los ojos y al fin lo reconozco.
— ¡Luis! No te reconocí — Le digo
a quien fuera mi compañero en la secundaria.
—Voy para mi casa, tomaré el taxi
que viene.
—Te acompaño, yo también vivo por
Prados.
— ¡Oye, que bien no lo sabía, no te he
visto por ahí, vámonos pues —. En el taxi se me sube un poco la falda, un
poco arriba de la mitad de los muslos, Luis se da cuenta al rosar levemente su
mano con ellos al acomodarse en el asiento. El alcohol, la brisa de la noche y el perfume de mi amigo hacen que se me humedezca
la vagina…
—Estas igual de guapa que cuando íbamos en
la secu Caro, no has cambiado mucho — Su comentario hace que me tiemblen las
piernas de excitación.
—Pues tú si has cambiado un poco, eres más
alto y más guapo jijijijiji
—Si, mido 1.75 creo que el ejercicio
en el GYM me ha ayudado bastante, pero tú te quedaste con la misma estatura de
la secundaria jejejjeje
—Si, me quede en 1.55 pero me veo
bien, no? Le digo acomodándome el cabello y
cruzando las piernas, mostrando un poco más mis bronceadas piernas.
Después de un rato, el taxista nos saca de
nuestra plática
—Llegamos tortolos, son 150
reales—
—Yo pago Caro, aquí tiene gracias
señor.
— Bueno yo aquí me quedo, vivo a
dos casas de aquí, gracias por acompañarme Luis.
— ¿No me invitas un refresco
Carolina? Para platicar de los viejos tiempos.
—Bueno, solo un rato soy casada sabes
y no quiero que los vecinos hagan chismes.
Lo invito a pasar a la sala,
todavía me siento un poco mareada por las cervezas, pero tengo ganas de tomarme
otra.
— ¿Quieres una cerveza o
prefieres un refresco? —Le invito a mi amigo mientras voy al refrigerador en la
cocina.
—Una gelada está bien. — Al
momento que cierro el refri tiro las cervezas, pues un poderoso brazo me toma
con fuerza de la cintura, mientras que con la otra mano me tapa la boca. Es Luis
quien así me tapa la nariz y la boca, asiéndome
perder el conocimiento por falta de aire. Me despierta lo que creo que es su
mano acariciándome la mejilla, abro los ojos y lo que en verdad tengo frente a
mi es un venoso pene deslizándose sobre mi cara…
— ¿Estás loco?, ¡que me estás
haciendo maldito! —Le grito al que creía mi amigo. Me encuentro en mi recamara,
con las manos y pies atados a las esquinas de la cama, totalmente desnuda,
resaltando mis tetas y mi entrepierna, pues no tienen el mismo tono de piel que
mi demás cuerpo bronceado.
No me contesta, se queda mudo
solo contemplándome ahí desnuda, con el pantalón desabotonado y su pene al aire…
—Por favor Luis…suéltame, que me
vas a hacer…
— ¿Qué voy a hacer? Lo que siempre
quise hace mucho tiempo, meterte la verga por todos tus hoyitos... — No sé si
es el efecto de lo que bebí en el bar o el calorcito y aroma de su pene, pero
sus palabras hicieron vibrar mi clítoris de excitación y temor al mismo tiempo…
Tomándose el pene por el tronco,
lo restriega suavemente sobre mi rostro…deja de hacerlo y con sus dedos recorre
mi tetas…llega a mi ombligo y los desliza por mis muslos y a todo lo largo de
mis piernas, hasta los tobillos…
—Que rica panocha tienes Caro—Me
dice al mismo tiempo que la recorre con un dedo, me sonrojo porque se ha dado
cuenta que estoy mojada…que mis jugos escurren y se estancan en mi ano…
CONTINUARÁ…